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Smial de Númenor – Sociedad Tolkien Española

Smial de Númenor – Sociedad Tolkien Española

Archivos de etiqueta: Hobbit

Primera imagen de «The Hobbit: the desolation of Smaug»

17 lunes Dic 2012

Posted by Smial de Númenor in El hobbit, Peliculas

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Bilbo, desolación, Hobbit, Martin Freeman, películas, Peter Jackson, Smaug, Tolkien, warner bross

Parece que, con el estreno de «Ell Hobbit: un viaje inesperado» (que ya ha logrado una recaudación de más de 80 millones en un solo fin de semana) Warner ha decidido seguir poniéndonos nos los dientes largos y hacer aún más dura la espera hasta diciembre del próximo año y ya nos regala la primera imagen de la segunda entrega.

La imagen nos muestra a Bilbo (Martin Freeman) sobre el tesoro de Smaug, y con una cara que nos sugiere que, probablemente, le tenga frente a frente.

Image

Viendo esta primera imagen ¿qué esperáis de este encuentro?

El principe Carlos y Dori

15 jueves Nov 2012

Posted by Smial de Númenor in Actualidad El Señor de los Anillos, Peliculas

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Etiquetas

Dori, El hobbit, Hobbit, Mark Hadlow, New Zeland, Nueva Zelanda, películas, Peter Jackson, Prince Charles, Principe Carlos, warner bross, Wellington, Weta, Weta Studies

Al parecer el Rey Elfo no es el único personaje de la realeza con el que se encuentran los enanos de «El Hobbit» en su viajes.

Durante una visita a los estudios Weta en Nueva Zelanda, el príncipe Carlos tuvo la oportunidad de conocer a Dori (interpretado por el actor Mark Hadlow)

Nueva versión de «Mas allá de frías montañas»

14 miércoles Nov 2012

Posted by Smial de Númenor in El hobbit, Peliculas

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cancion, Crowed House, El hobbit, enanos, Hobbit, Neil Finn, películas, Peter Jackson, Tolkien, warner bross

Neil Finn

Neil Finn

Ya podéis escuchar la versión de Neil Finn de «Mas allá de frías montañas». Esta versión del músico del grupo Crowded House sonara en los créditos finales de la primera película de «El Hobbit»:

http://www1.rollingstone.com/hearitnow/player/neilfinn.html

Podéis compararla con otras versiones de la canción, incluyendo la de la STE en nuestro poste:

https://smialnumenor.es/2012/02/28/mas-alla-de-frias-montanas

J.R.R. Tolkien: una descripción

07 martes Ago 2012

Posted by Smial de Númenor in Sociedad Tolkien, Tolkien

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el señor de los anillos, Gandalf, Hobbit, libros, Sociedad Tolkien, Tolkien

Por Anita de Hoyos

J.R.R. Tolkien era un buena vida. Es decir, alguien que disfrutaba con una abundante comida hecha en casa, con paseos por el campo en los largos atardeceres del verano, con una buena conversación sin afanes y con mirar la chimenea en la noche, mientras cebaba su pipa y bebía un té. El ritmo plácido de la campiña inglesa. Una vida simple y feliz que en las vecindades de Oxford, donde Tolkien tenía su casa, todavía era posible. Vida simple y feliz que él logró trasladar a la Comarca, ese paraíso perdido que nos enseñó a amar y donde él sólo era un hobbit más.

Uno no se explica cómo un tipo así fue capaz de ser un escritor, porque escribir está ubicado en los antípodas de la buena vida. Escribir es sufrimiento, tomar el toro del trabajo por los cuernos y no soltarlo hasta haber pagado la dosis diaria de sangre. Hacer literatura siempre ha sido una labor agotadora y sucia y un tipo tan cómodo como Tolkien no parecía destinado a un camino tan áspero.

Él lo sabía. Por eso, en su adolescencia prefirió posar de poeta (los poetas pueden darse el lujo de escribir un par de estrofas al mes y ya cumplieron); y por eso en su madurez decidió dedicarse a la filología (los filólogos trabajan en tierra ajena y su compromiso es más relajado); y por eso siempre encontró excusas para no sentarse ante un papel en blanco y demoró más de cincuenta años en no terminar El Silmarillion. Como Bilbo Bolsón y como Gandalf, Tolkien fue longevo y una corta novela infantil, una historia épica de 1.400 páginas y un puñado de relatos, la mayoría inconclusos, no son la cuota que corresponde con ochenta y un años de labor de un genio que murió lúcido. Así que no demos más vueltas y admitámoslo: como buen hobbit, era un perezoso. Él mismo lo admitía.

Compensaba su pereza con una memoria fuera de lo común y una habilidad natural para jugar con las palabras que le permitió hablar seis idiomas a los 9 años y crear de niño un par de lenguas nuevas, que después destruyó porque “mi mamá no estaba de acuerdo con que perdiera el tiempo de esa manera”. Detestaba a los hermanos Grimm, Peter Pan nunca le llegó al alma y sospechó de Alicia en el País de las Maravillas y del Flautista de Hamelín, porque eran historias sombrías “que no tenían el atrevimiento de terminar bien”.

Se interesó en los cuentos de hadas por puro mecanismo de defensa: en la Primera Guerra Mundial estuvo en la ofensiva del Somme, una masacre vergonzosa donde unos generales ineptos enviaron a lo mejor de Inglaterra a un matadero que sólo dejó de operar cuando había producido 600.000 muertos. Rodeado de fango, sangre y entrañas reventadas, viendo caer a sus mejores amigos y devorado por unos piojos insaciables que transmitían la fiebre de las trincheras, el joven teniente Tolkien entendió que la historia era una pesadilla y que el mundo mágico de las hadas era preferible a esta realidad de cadáveres que se podrían a la intemperie, colgando de las alambradas como espantapájaros. Cuando regresó a Oxford, no sólo descubrió que de los 3.000 estudiantes de la universidad habían sobrevivido menos de 300, sino que su fascinación por los mundos de la fantasía no lo abandonaría jamás.

Así se pasó la vida: escondiéndose con estilo. Diseñando refugios que le permitieran pensar que el hombre era mejor de lo que era y que los avances de la “civilización” no tocarían su amada Comarca. “Sólo un loco o un estúpido serían capaces de contemplar el siglo XX sin horror”, dijo algún día y hablaba en serio. Esta perspectiva reaccionaria no contradecía su natural buena onda, su caritativa visión de católico y su firme convicción de que —a pesar de todos sus defectos— la democracia era preferible a la monarquía.

Hay muchos que no necesitan que los defendamos porque se han pasado la vida demostrando que la opinión de los demás les importa poco. Tolkien es uno de ellos, pero no sobra insistir en que a pesar de las acusaciones que se le han hecho, a pesar de haber nacido en Sudáfrica y de haber sido picado por una tarántula en su infancia, no fue un racista, ni un traumatizado. La crítica amarga se ha cebado en Poe y en Lovecraft, en los cuales ha pillado elementos muy turbios que explican su fascinación por el blanco. Este no es el caso de Tolkien y no lamentamos carecer de espacio para demostrarlo, porque es obvio. Si después de leer El Señor de los Anillos alguien piensa que Gandalf está justificando el apartheid, lo sentimos porque ha perdido algo irrecuperable y que le hará mucha falta: la inocencia.

Esta inocencia fundamental, que defendió con garras y dientes hasta al final, le permitió a Tolkien legitimar la fantasía en un mundo azotado por el materialismo y la vulgaridad. Por eso se tomó la molestia de escribir un artículo donde defendía al Beowulf, diciendo que describir un dragón es preferible a hacer una larga enumeración realista de las condiciones de la vida cotidiana de la Inglaterra del siglo XII.

Su interés por la mitología también tuvo un origen lateral. Cuando se aplicó a construir los fundamentos del élfico (algo que acompañaba con otros divertimentos, como hacer crucigramas en galés antiguo), descubrió que era imposible crear un idioma sin crear primero una mitología que lo sustentara. Para ponerlo en sus palabras, porque las nuestras están condenadas a ser menos precisas: “El propósito de un idioma no es el intercambio de información, sino el diseño de un espacio donde es posible el sueño”. Enredado concepto, tal vez. Pero muy respetable, porque gracias a él tenemos el élfico y sus bases: El hobbit y El Señor de los Anillos.

Es que ser un hobbit no es poco. Que lo diga J.R.R, Tolkien, quien tuvo el descaro de vivir una vida feliz y edénica en un sitio muy parecido a la Comarca, y gozó de un matrimonio feliz y contó a sus hijos unos cuentos memorables y murió de una indigestión de chocolates a los 81 años.

Resumen de la reunión del día 25

29 jueves Mar 2012

Posted by Smial de Númenor in reuniones númenor, Sociedad Tolkien, Tolkien

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erukyermë, Hobbit, Lorien, Madrid, Mereth, mitología, Númenor, Reuniones númenor, Tolkien

La reunión del pasado domingo fue un éxito. Sí, pese al cambio de hora que nos cogió a la mayoría desprevenidos, al final resultó que éramos un buen montón.

La reunión, como ya se anunció, trató de muchos y variados temas. Por supuesto el primer tema a tratar era la muy próxima Mereth del Smial de Lórien a la que enviaremos a una embajadora con nuestros presentes y mejores deseos.

También hablamos de la fiesta de la primavera de Númenor, la Erukyermë que será el próximo día 22 de abril y sobre las actividades que haremos y que pronto anunciaremos en esta web. Sobra decir que los numenóreanos están deseando que llegue esta esperada fecha para celebrar un día más con risas y diversión.

Y por supuesto el tema central fue el debate sobre la mitología en la Tierra Media. En el pudimos ver como la mitología era muy real para los habitantes de los distintos reinos, ya fueran hobbits, humanos, elfos o enanos. Observamos como algunas criaturas de los tiempos antiguos se empezaron a convertir en seres de leyenda con el paso del tiempo e incluso descubrimos como algunas leyendas surgían de los pantanos de los hobbits para chuparles la sangre, o como se iban al otro lado del mar a lomos de una tortuga gigantesca.

¡No os perdáis la próxima!

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